Estamos viviendo unos momentos delicadísimos que a estas alturas (día 46 de la cuarentena) ya nos pasan factura, tanto a nivel personal como laboral.
No te voy a dar consejos para mejorar tu productividad, ni voy a debatir sobre si es apropiado trabajar en pijama o no. No se me ocurriría jamás decirte que debes arreglarte y seguir un horario a pesar de estar encerrada en casa. ¿Quién soy yo para dar ese tipo de consejos? Nadie.
Esta es un poco mi filosofía de vida: no juzgues, haz y deja hacer. Intento ser lo más respetuosa posible con mis decisiones y, por supuesto, con las de los demás.
Sin embargo, hoy me voy a tomar la libertad de sugerirte que a pesar de la desmotivación y la irremediable preocupación sobre el futuro, intentes seguir trabajando en el fondo de armario de tu negocio. El fondo de armario está formado por piezas básicas, que sirven en múltiples ocasiones. Son tareas que a veces no apetece hacer, pero que son —casi— fundamentales.
Sin enrollarme más, estas son mis tres sugerencias de trabajo (hay más, pero ¡empecemos poco a poco!):
Crea glosarios
Los glosarios son herramientas de trabajo muy muy útiles. Creo que cuando estaba en la facultad nadie me habló de esto claramente. Yo colecciono glosarios. Sí, como lo oyes. Los colecciono. Sean de alguna de mis especialidades o no. Da igual, los guardo, bien identificados, por si algún día los necesito. ¡Quién sabe!
Lo ideal es tenerlos en un formato que puedas utilizar integrado con la herramienta de traducción asistida que utilices (si es el caso), pero créeme que el hecho de tenerlos aunque sea en una tabla de excel adelanta muchísimo trabajo.
Alinea documentos para crear o «engordar» memorias de traducción
Sé lo tedioso que puede resultar alinear documentos, pero es que también sé lo genial que es que te envíen una traducción de la que tengas muchos segmentos iguales en la memoria. Esa sensación cuando abres el archivo, «enchufas» la memoria y ¡zas! se van rellenando y confirmando los segmentos uno tras otro mientras sorbes un té. ¿No te ha pasado nunca? Pues te garantizo que cuando te pase se te dibujará una sonrisa en la cara 🙂
Actualiza tu currículum
Reconozco que trabajar en el currículum también es pesado, pero no hay nada peor que enviar currículums desfasados, con datos que ya no sean válidos o que no reflejen la experiencia adquirida con los años. Yo procuro revisar el currículum cada vez que hago un curso o un trabajo nuevo que merezca un lugar propio, o, por ejemplo, cada vez que añado un programa nuevo. Así me aseguro que cuando hable con un posible cliente y me pida un CV actualizado, se lo puedo enviar en el momento, sin tener que pararme a pensar si todos los datos siguen vigentes o no.
Para guardarlos, utilizo un sistema de nomenclatura que registra el año y la versión, así sé que envío siempre el correcto. Además, tengo dos tipos: uno para cada una de mis especialidades. Esto lo hago para tener la certeza de que a cada cliente le envío un currículum coherente con su necesidad, porque un único CV no sirve para todas las ocasiones.
Un currículum no es un little black dress 😉